De sobra sé que soy la primera que no mientes si juras que darías por mi la vida entera y, sin embargo, un rato cada día me engañarías con cualquiera, me cambiarías por cualquiera.
Ni tan arrepentido ni encantado de haberme conocido, lo confiesas. Tu que tanto has besado, tu que me has enseñado sabes mejor que yo que hasta los huesos sólo calan los besos que no he dado, los labios del pecado.
Y te envenenan los besos que vas dando y, sin embargo, cuando duermes sin mi conmigo sueñas, y con todas si duermes a mi lado. Y si me voy te vas por los tejados como un gato sin dueño, perdido en el pañuelo de amargura que empaña sin mancharla mi hermosura.