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Muchas veces pasa que la vida nos pone en situaciones de extrema agonía, de extrema desesperación. Muchas veces pasa que la vida nos empieza a interponer en el camino situaciones que mas que aclararnos, nos oscurecen. Muchas veces pasa que la vida nos golpea un poco, y eso hace que empezemos a dudar y a tener miedo; que nos veamos sometidos en la incertidumbre y que no sepamos cómo salir de ella; que no nos encontremos y que no podamos volver a ser nosotros.


¿Tan grande puede ser la agonía de no reconocerse, de no diferenciarse, de ser tan sólo uno mas? ¿Qué hacer cuando la mirada no vé mas allá y la realidad aplasta a la magia? ¿Y qué si el camino se tuerce, y no logramos encontrar nuevamente el equilibrio? ¿Cómo actuar frente a la duda que, con todo su poder de resentida, vuelve a nosotros una y otra vez? ¿Y al miedo, de qué manera enfrentarlo? Con la esperanza en alto, con el corazón en las manos, con la mirada apuntando hacia adelante. Con el sentimiento firme de continuar, con el pensamiento de que si hay algo que caracteriza a la vida son las múltiples vueltas que realiza. Todo lo que se va, vuelve. Es un ida y vuelta, SIEMPRE.