Equilibrio. ¿En qué pensamos cuando hacemos referencia a esta palabra? En algo que se sostiene, sin caerse. En un estado de armonía. En la estabilidad.
Lograr equilibrar a nuestra alma, a nuestra mente y a nuestro corazón son las tareas más difíciles que tenemos los seres humanos. Porque esto requiere práctica, paciencia y tiempo, y, a su vez, saber hacer uso de los mismos. En fin, un ciclo que no muchos pueden completar, y así va el mundo. Desde guerras a nivel mundial por diferencias ideológicas, hasta guerras dentro de nosotros mismos por no querer aceptar las cosas como son, por intentar desviar nuestros pensamientos, por precipitar decisiones, por no tomarnos el tiempo de cada noche sentarnos a pensar y a meditar sobre nuestro día, agradeciendo los pequeños detalles que las vida nos regala y simplemente basarnos en apariencias. Por ni siquiera conocernos a nosotros mismos. Por no saber mantener en armonía lo que pensamos, lo que sentimos y lo que somos es que estuvimos, estamos y estaremos sumidos en una eterna batalla.
