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Es increíble como en un segundo la vida puede tomarse otro rumbo diferente al esperado. Con una mísera palabra, con un breve pensamiento, con una simple actitud. Es increíble como de un día para otro algo que parecía tenáz se derrumbe, algo que parecía obvio deje de serlo, algo que parecía infinito se acabe.
Y es que lamentablemente así son las vueltas de la vida, a veces pueden jugarnos a favor, otras en contra, pero suponemos que en definitiva todo debe deberse a un motivo, por mas simple que sea. Es entonces después de descubrir esto que uno se da cuenta de que aquello que en cierto momento describía como lo peor de su vida puede resultar siendo lo mejor, porque lo ayudó a crecer, a cambiar su punto de vista, a percatarse de la realidad, a conocer algo diferente a lo que estaba acostumbrado. Es entonces que vemos aquella mitad llena del vaso que nuestros ojos evitaban, dándonos cuenta de que, en definitiva, no hay mal que dure cien años. Es entonces que el tan esperado rayito de sol logra filtrarse de entre las penumbras para orientar el camino que estábamos realizando a ciegas y otorgarle calidez a
nuestro viaje.